“Watanabe recorta en poemas admirables el deseo de que nunca hubiesen sido escritos porque en un mundo pleno, todos, la humanidad entera, contemplaría al unísono la visión que el poeta está obligado a trazar. Al escribir esculturiza el silencio desde el cual emerge como islas, como algo que es en sí una resignación, el deslumbre instantáneo de su escritura informándonos que los poemas no serán nunca los poemas, que la deuda todavía incancelada que tienen las palabras con el mundo es que ellas nos privan finalmente del mundo”. Raúl Zurita
Mi ojo tiene sus razones
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