Crítico es un libro plagado de ironía, complicidades y humor. «Crítico. Critico todo», dice el narrador en uno de los relatos; un narrador que es un alter ego del autor y que avanza en sus desplazamientos dando saltos inesperados entre la realidad y la ficción, esquivando obstáculos, como esos cultores de yamakasi, parkour o street stunts, y trazando recorridos zigzagueantes para hacer confluir, por ejemplo, al músico con Mick Jagger con el poeta Rodrigo Lira.
En este conjunto de narraciones, Cristóbal Gaete ofrece una mirada irreverente en torno al panorama literario nacional, los escritores y su propio oficio, proyectándose en un escenario vital en el que él mismo aparece como testigo y personaje. «Escribo esto en buses, salas de espera. No es una crónica ni un cuento ni un diario, y, ni cagando, memoris. Es lo que pasa, es una carta, como la de Neftalí Agrella pidiéndole dinero a Vicente Huidobro», afirma en una de las ocho narraciones que conforman este volumen.
El tránsito que nos propone Gaete en Crítico es fluido, rápido, a ratos hilarante y a ratos, serio; nunca trivial ni fingidamente grave. De algún modo, es la bitácora de un escritor, el registro de sus obsesiones y delirios, pero es también una alegoría, una desmitificación y un desmontaje, recursos tan bien explorados en este conjunto de relatos como en sus reconocidas novelas publicadas anteriormente: Valpore y Motel Ciudad Negra.
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