Publicados por Raúl Ruiz en distintos países y medios a lo largo de cuatro décadas, los textos reunidos en este libro –artículos, discursos, conferencias, prólogos de las más diversas índoles– constituyen una invaluable panorámica de las ideas del prolífico realizador sobre el cine, sobre sus procedimientos creativos o sobre el trabajo de otros artistas, como Glauber Rocha, Violeta Parra, Alain Robbe-Grillet y Shitao. Dotado de un estilo ágil, inventivo, digresivo, y de una enorme y singularísima cultura, el autor despliega aquí variadas estrategias retóricas, como el comentario crítico, el diálogo, la memoria justificativa, la miscelánea (el arte de saltar de un tema a otro), la simulación conceptual y la ficción especulativa, demostrando que la cultura es ante todo “la capacidad para aplicar esquemas móviles diferentes, intercambiables, a un mismo problema”, como él mismo apunta en uno de los textos. El título del volumen alude a la figura poética popular del “cuerpo repartido”, que Ruiz admiraba sin reservas y que es un significante tanto de la dispersión de estos escritos como del carácter cosmopolita de su obra, concebida principalmente en el exilio.
RAÚL RUIZ, el más prolífico y singular de los cineastas chilenos, nació en Puerto Montt en 1941. Dramaturgo en sus comienzos, su carrera en el cine se inició en 1963 con la adaptación de una de sus obras de teatro –La maleta– y adquirió renombre en 1968 con Tres tristes tigres. Tras el golpe de Estado se exilió en Francia, y al poco tiempo se integró al Institut National de l’Audiovisuel, dedicado a la investigación y experimentación cinematográfica. Entre las más de ciento veinte películas que dirigió, sobresalen –junto con Tres tristes tigres– Palomita blanca, Diálogos de exiliados, La hipótesis del cuadro robado, Las tres coronas del marinero, Tres vidas y una sola muerte, El tiempo recobrado y Misterios de Lisboa. Su trabajo teórico se encuentra recogido en el libro Poéticas del cine. También incursionó en la narrativa con títulos como Todas las nubes son relojes –firmado con el pseudónimo Eiryo Waga– y El espíritu de la escalera, y en la poesía, reunida en el volumen Duelos y quebrantos. En 1997 recibió en Chile el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales. Murió en París en 2011.