Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime
Gran parte de los críticos de la filosofía moral kantiana, influidos por la interpretación que Hegel hiciera de ella, le han imputado erróneamente el cargo de concebir a los seres humanos como capaces de dejar a un lado todos sus intereses, sentimientos y deseos para actuar únicamente por respeto a una ley moral impersonal que nada tiene que ver con nuestro verdadero yo. Sin embargo, nada hay más alejado del verdadero carácter de la filosofía de Kant que esa interpretación dualista que separa lo racional de los sensible, lo fenoménico de lo nouménico.
Ya desde este ensayo de juventud, Kant presenta a sus lectores la vital interrelación de las diversas facultades humanas, pues la vida es una experiencia infeliz cuando los sentimientos son menospreciados y es gran infortunio la disociación entre sentimiento y razón. Kant nos mostrará que el sentimiento de lo sublime es la esencia del obrar moral y que el sentimiento de la belleza es, a su vez, símbolo de tal moralidad.
Es bien sabido que Kant abordó no pocos de los problemas más arduos de la historia de la filosofía en los campos especulativo y práctico; sin embargo, a menudo se olvida que también abordó asuntos menos difíciles de una manera elegante y oportuna, con un estilo ágil y ameno. El humor y el ingenio son empleados en las entretenidas páginas de este ensayo, casi más literario que filosófico, que se publicó ocho veces en vida de Kant y que, a juicio de los reseñadores de aquel momento, debía estar no sólo en los estudios y bibliotecas de los eruditos sino también en los tocadores de las damas.
La presente edición bilingüe alemán-español cuenta con traducción, estudio introductorio, notas e índice analítico de Dulce María Granja Castro.
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