Memoria por correspondencia

La pintora colombiana Emma Reyes nació en 1919 y vivió en la extrema pobreza, abandonada por sus padres. Se ha especulado con que pudo ser hija o nieta no reconocida del Presidente Rafael Reyes; ella misma jugó con la idea en alguna ocasión. Pasó años muy duros en un convento que hacía grandes diferencias entre las niñas que tenía a su cargo, además de hacerlas trabajar casi como esclavas desde temprana edad. De allí huyó para ganarse la vida sin saber leer ni escribir. Trabajó en una radio, recorrió Sudamérica vendiendo aceite de hígado de bacalao, se casó con un escultor en Uruguay, perdió trágicamente un hijo en Paraguay, empezó a pintar, ganó una beca para estudiar en París y se fue en un barco que ofreció decorar para pagarse el pasaje. Allí enfermó y conoció al médico francés que se convertiría en su segundo marido. Vivió y estudió en Italia, donde fue chofer de una marquesa y tuvo que huir después de haber atropellado a una persona que le puso una demanda judicial. También vivió en Norteamérica, España, Israel y se radicó en Francia. Fue amiga de Frida Kahlo, Diego Rivera, Fernando Botero, Atahualpa Yupanqui, Elsa Morante, Alberto Moravia, Pier Paolo Pasolini y Giuseppe Ungaretti entre muchos otros artistas.