Antitierra

Como si la transparencia fuera una alianza inestable entre las palabras y los afectos, los poemas de Tentoni concentran su pulso en la reinvención de toda certeza, porque trabajan sobre la trama donde lo visible se articula con lo decible para armar un verdadero sensorium, es decir, una forma personal de pensar y sentir las cosas. En un momento, leemos que <>, y entonces viene a nosotros la idea de que el poema no es una máquina milimétrica, sino un mundo posible que se vuelve hermoso no por ser verdadero, o transparente, o exacto, sino por transmitirnos algo de una experiencia singular. Si la materialidad es siempre un signo irrefutable, final, “Antitierra” pone su energía en mostrarnos en cambio las tramas de una imagen, el desenvolviento de una idea, las transformaciones de una emoción, como si no hubiera nada definitivo, como si la poesía fuera la encargada privilegiada de mostrarnos ya no las cosas, sino sus procesos, sus relaciones, y entonces la escritura se nos presenta como una forma de destejer este mundo, el nuestro. Pero, como en un acto de prestidigitación, al destejer comienza a tejerse, en su lugar, otro: el poema.