La asamblea es la reunión de lo múltiple para acordar cómo seguir tras el colapso de lo que
Alejandra Castillo llama La Casa de la Concertación. A partir del 18 de octubre de 2019, por una
grotesca serie de montajes, ese orden ha resultado en decenas de personas muertas,
centenares violadas, miles mutiladas.
Pero el colapso de un orden también implica que ya hay otro cuerpo para la política: una
multitud que no se narra en lo humano de la humanidad, que exige otra alianza entre las formas
de vida. El cuerpo de la multitud que marcha no responde a la distinción de las especies ni a la
heteronorma.
Si hay algo que permite el ensamblaje de esa multitud y de estos breves escritos es el
deseo de una Asamblea Constituyente como política de la multiplicidad. A la derrota de los
independentistas de provincia en el albor de la República, a la jugarreta de Diego Portales para
la Constitución de 1833, a la burla de la Constitución de 1925 y a la Constitución Neoliberal de
1980, este ensayo propone evadir para darnos una Constitución democrática, popular y
feminista en una Asamblea de los cuerpos: una reunión que no tenga menos energía,
convicción y contagio que la intervención de Lastesis y la invocación al Negro Matapacos.
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