La imagen del faro que entre la bruma o la oscuridad de la noche guía al viajero tiene en literatura una larga genealogía. Homero, Walter Scott, R.L. Stevenson, Lawrence Durell y, por supuesto, Virginia Woolf, son algunos de los autores a los que la mexicana Jazmina Barrera convoca en este personal recorrido por algunos de los faros que ha visitado alrededor del mundo.
Contra el horror del naufragio («cosa grave, aborrecible y desnaturalizada es perecer en el mar», dice Homero), el faro es la esperanza. Barrera colecciona y escribe sus recuerdos con un mismo afán: «Ante el temor a la deriva, coleccionar. Coleccionar, por ejemplo, faros, aporta una dirección, por más arbitraria que sea. Se vuelve entonces una manera no solo de escapar, sino también de construir. Se puede crear mediante la huida», señala la autora.
Si Mariana Enriquez colecciona viajes por cementerios y Rebecca Solnit sus singulares caminatas, Jazmina Barrera hace lo propio con los faros. A modo de diario o cuaderno de viajes, con una prosa depurada y lúcida, registra su paso por Nueva York, Newport, Normandía, Asturias, Reino Unido, siempre en torno a ese espacio, físico y emocional, que la presencia del faro delimita e ilumina.
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