El pasado no cabe en la historia
Los hechos del siglo XX terminaron por devastar la idea de una “Historia Universal de la Humanidad”. Escuchamos con frecuencia que no habrá futuro a menos que hayamos aprendido de las catástrofes que imprimieron su rúbrica a la historia de los últimos cien años. ¿Es posible aprender de las catástrofes? Nos encontramos abrumados por una descomunal facticidad pretérita, un sinfín de imágenes flotantes y relatos incompletos que demandan nuestra atención. No existe un pasado que imponga desde sí mismo su verdad, pues la fuerza de lo pendiente sube hacia nosotros desde el subsuelo del presente. Se cree habitualmente que en la cotidianeidad la existencia transcurre lejos de los “grandes acontecimientos”, pero es cotidianamente como se habita en lo tremendo. Lo que llamamos “acontecimiento histórico” es el momento en el que un proceso de escala sísmica ingresa en la vida de todos los días. Después lo que sucedió queda internamente tramado con lo que no sucedió, con lo que casi sucedió, también con lo que fracasó, incluso con todas aquellas cosas que no pasaron de ser intenciones, expectativas o solo ganas de que algo pasara o no pasara. También lo imposible como tal hace historia. Lo que ensayo en este libro es una reflexión acerca de la emergencia del tiempo pretérito que permanece contenido en las historias. El olvido es el fondo de la memoria, así como el pasado es la “materia oscura” de la historia.
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