Catalina es una novicia desencantada. Abandona a la mala el convento y se oculta en uno de los protectores castaños de Guipúzcoa. Allí confecciona con sus hábitos de monja unas elementales prendas de varón. Después de corta el pelo, y ya está lista con su nueva indumentaria para vivir por su cuenta sin tener que dar razón de sus actos.
Ya no va a ser reconocida por nadie: se siente libre. Aquella transformación cambia su destino: después de trajinar por un galimatías de lugares en la península, su buena o mala fortuna lo embarca, ya en su condición masculina, en un galeón del rey rumbo a América.
Aquel viaje constituye el adiós definitivo a su historia de mujer. La religiosa vasca escapada del convento deviene en un joven audaz que no tiene miedo ni a reglas ni a autoridades. Se hace aventurero, peligroso espadachín, soldado del imperio.
La narración de la monja alférez es rápida, amena, dramática. Una joya literaria del siglo XVII.
La monja alférez es la historia de Catalina de Erauso contada por ella misma, quien adopta la apariencia de hombre -su condición anímica natural, transgénero avant la lettre- , y sale por el mundo ávida de aventuras, con menos ideales que el Quijote, pero con el mismo sentido de libertad y arrojo rayano en la locura.
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