La postal de Plaza Italia/Dignidad como centro de celebración social sufrió una metamorfosis radical el 18 de octubre de 2019. Para algunos fue el despertar de un país adormilado, y para otros la revuelta incendiaria del lumpen, que solo buscaba destrozar el avance del neoliberalismo. Las interpretaciones podrían ser infinitas, aunque lo único innegable es cómo el estallido logró cambiar para siempre la cara de la política; y quizás ese cambio motivó a Leo Marcazzolo a seguir de cerca cada una de las campañas presidenciales, logrando concretar así un rastreo extraño, hilarante y muy alejado del periodismo tradicional. De hecho, no contenta con no cumplir con los cánones típicos del reporteo, va más allá y crea un personaje ficticio: la enviada especial, que describe los momentos más inoportunos de los candidatos. La enviada los ve cuando ellos no la ven. Es invisible. Su personaje se construye a partir de la deconstrucción; en primer lugar porque no solo y arbitrariamente se salta la contingencia (por la cual el resto de sus colegas luchan), sino porque a cada momento cruza la delgada línea entre objetividad y subjetividad en el periodismo, reflexionando sobre este. La pluma de Marcazzolo traspasa entonces los límites del periodismo informativo en un viaje que recorre tres géneros: la crónica, la opinión y la ficción.
La enviada especial
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