La impronta

La impronta es una ventana abierta al pasado, construida en dos planos. Uno de ellos, cimentado en un hecho real, sucedido en 1988: la primera ELECCION popular de alcaldes en el municipio de Caicedonia Valle. Con objetividad rigurosa, Aida Yepes pone en evidencia el entorno legal y moral en el que se despliegan sus personajes. Para hacerlo, recurre a testimonios escritos : discursos, notas de prensa, memorias oficiales y el escurridizo espectro del periodismo clandestino. Son estos testimonios, al fin y al cabo, la prueba evidente del afilado instrumento que divide y desangra la vida cotidiana de un pueblo, impregnando en ella miedo y violencia.

El otro plano por medio del cual se construye esta novela es imaginario. Su soporte es el personaje de Aida, una joven abogada que, en un viaje fundacional, va modelando su sensibilidad y su experiencia en torno a la cruda realidad de su tiempo. De este modo, la mirada de Aida aporta coherencia a las fisuras que la violencia y el destino han impuesto a Caicedonia.

En este movimiento pendular de ejes cruzados entre lo imaginado y la Historia, se teje esta novela: los componentes de su trama se definen por lel apetito de un cambio necesario y la muralla casi siempre infranqueable de la inmoralidad y el fraude. El planteo, sin embargo, no es maniqueo. No hay buenos ni malos; sino apenas oportunidades gubernamentales, o ancladas en intereses monetarios, y la dificultad de optar por aquello que se considera correcto. En definitiva, el verdadero personaje y sustento narrativo de La impronta es la democracia: un sello, una marca, un ideal que pone a prueba el espesor y los valores del tiempo en que transcurre esta historia.