Pasión y muerte del cura Deusto
Como novela homosexual, Pasión y muerte del cura Deusto pertenece sin duda a la modalidad trágica: hay mucha angustia, mucha indagación interior, mucho nombrar-sin-nombrar —“¿Cómo permanecer aquí, donde todos dicen que somos… lo que no somos?”—, mucha vergüenza y un suicidio al final. Este suicidio permite medir, de hecho, la distancia entre esta novela y las ficciones homoeróticas que ya lleva escritas D’Halmar. Gatita y La sombra del humo en el espejo eran textos básicamente elegíacos que celebraban una pederastia principalmente platónica; evitan el conflicto abiertamente homosexual y terminan sin muertes, pero con separaciones. En cambio, Pasión y muerte…, como otros relatos de Los alucinados donde el conflicto homosexual se hace patente (aunque permanezca innombrado), termina forzosamente en muerte, con el homosexual en papel de víctima sacrificial. Sería anacrónico pedirle a un escritor latinoamericano de los años veinte un tratamiento diferente del tema, pero, además, el desenlace permite a D’Halmar apuntar a lectores distintos (e ideológicamente diversos); en este sentido es revelador su tratamiento ambiguo del Aceitunita: a veces describe al muchacho como una calculadora “viborilla”, atribuyéndole “la precocidad felina de los bohemios”; otras, como un ser cariñoso y honesto.
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