Ofrezco este Réquiem (del latín requiem, descanso o reposo) por el estallido social del 18/10. Aunque los procesos sociales y políticos no mueren sino que mutan, cambian, o se transforman, el resultado del plebiscito del 17/12 pone fin a una etapa. El fracaso del proceso constituyente fracaso en el sentido de que no hubo un acuerdo amplio nos coloca de lleno en el camino de la reforma, y es que el método de la democracia es la reforma, no la refundación, ni la revolución, ni la involución que implicaba el proyecto del Consejo Constitucional, sino la reforma. Tampoco se trata de la mantención del status quo. Lo que se impone es un cambio sin ruptura, un reformismo posibilista en la línea de argumentación de Albert O. Hirshman, tal vez uno de los más grandes cientistas sociales de la segunda mitad del siglo veinte. Reformismo, posibilismo y gradualismo es la fórmula de la democracia. El reformismo gradualista es lo que surge de la historia constitucional chilena. En ese sentido, la impronta refundacional de la Constitución de 1980 y de la Convención Constitucional de 2022, constituyen una anomalía en la historia de Chile.