Un cuarto propio
Cuando Virginia Woolf publicó su ensayo Un cuarto propio en el año 1929, ya era una autora conocida, que se inscribía en la literatura más de punta de su época, junto a autores de la envergadura de James Joyce y Marcel Proust. En Un cuarto propio adopta una posición reivindicativa: acusa al mundo masculino de aferrarse a su poder y de temer su debacle. El texto entreteje un tono de demanda social en pos de los derechos de las mujeres, con humor e ingenio, el cual termina con una esperanzadora imagen que anuncia tiempos mejores, más igualitarios y simétricos en la distribución del poder.
Un cuarto propio se ha convertido en un ensayo clásico dentro de la literatura feminista y es precursor, en este sentido, de muchas discusiones contingentes. Contar con un “cuarto propio” es, actualmente, un símbolo para el feminismo, que insiste en la necesidad de las mujeres de contar con un espacio que permita su desarrollo, tanto material como intelectual.
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